HOMBRE DE ÉXITO
Un hombre éxito tiene un enfoque, sabe lo que quiere, visualiza y se proyecta planeando para alcanzar su visión. Entonces, da un primer paso, actúa y sigue un proceso para alcanzar sus objetivos. Maneja recursos, traza un cronograma y enfatiza metas.
Cuando se le presentan obstáculos, dificultades o problemas es diligente para esquivarlos o sacarlos del camino, porque está decidido a lograr lo que se ha propuesto.
Advertencia. Es bueno ser un hombre de éxito; pero si éste no tiene amor por Dios y por los demás, tenderá a ser egoísta y solo se enfocará en lo que le interesa y favorece, usando a la gente como recursos para beneficio personal y dañando los recursos naturales del medio.
HOMBRE DE BENDICIÓN
Un hombre de BENDICIÓN ama a Dios sobre todo y todos, lo busca en Su Palabra y practica hacer Su voluntad. Tiene a Jesús como su máximo modelo y es guiado por el Espíritu Santo en todo lo que hace.
Se ama y ama las personas. Por amor, enseña de Jesús, quien es la fuente espiritual, mental, natural, material y social, en quien no falta nada y quien suple todo lo que necesitamos.
Su fe lo lleva a actuar presentando a Jesús como la puerta abierta de inagotables promesas de bendición para cada persona. Por eso, prioriza que todos acepten en su corazón y confiesen con sus labios a Jesús como su Señor y Salvador.
Espera en Jesús, la puerta que nunca se cerrará, en quien está la bendición para todas las familias de la tierra.
Un hombre de BENDICIÓN vive y camina en amor, actúa por fe y espera en el Señor. Es bendecido y enseña a los que puede alcanzar que: “En Jesucristo está toda la bendición para toda la creación”.
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